El día o la noche, realmente no importan, no importaron las fechas si no el momento, ese momento donde más de 200 almas fueguinas respiraron el espíritu del mítico “pelado” del rock nacional, desde ese, el momento en que las luces se apagaron y se vislumbró una sombra que se acercaba hacía las sillas y banquitos con una guitarra que desdibujaba un “om” en el centro.
Allí apareciendo entre las sombras emergió el que se escondía tras el apellido de su hermano, el mismo Andrea Prodan. Alguien tan parecido a Luca, que hizo que a varios de allí…se nos pusiera la piel de gallina y el corazón nos latiera a mil. Quizás la semejanza no deviene físicamente, porque tiene pelo y su voz no es la misma, pero esa actitud del castellano “entanizado” y medio chapurreado al estilo de Luca es lo que motivo ciertas similitudes.
Pasadas las horas, creería que como a las 22.30 (fiel al estilo de todos los músicos que se hacen esperar porque era a las 21 hs.), se transfiguró de las sombras este personaje con un…-hola, ¿qué tal?- y con unos acordes de The End con la letra semi cambiada y discutiéndola comentando el porque del final, si esto recién empezaba.
Covereando temas de Luca y Sumo, como una untitled para una amiga; Time, fate & love; Teléfonos/White Trash (con la cual realmente vibré por ser de mi favoritismo); Kaya; No duermas más entre otras que ahora mi mente no recuerda bien por haber reaccionado 20 días después, se fue desarrollando la cosa. La gente de a poco se iba prendiendo a los gritos de “toca la que quieras” cuando dio a elegir entre dos clásicos como Teléfonos/White Trash y Breaking Away…y con los típicos “vaamooo!”, coros y aplausos rítmicos cuando Kaya y el Fat Guru sonaban por la Nini Marshall.
Pero la magia que había comenzado, no iba a terminar allí, después de los cambios de guitarras y canciones, empezó “Luca, la película”, Luca…sin S entre otras frases y una intro que nos mostró, así como en casi todo el film, a Luca Prodan hablando sobre quien más conocía, Luca Prodan…y la frase de casete que decía, “ahora les voy a contar un poco de mi vida” con un acento a nostalgia de sierra cordobesa.
De la película no voy a dar detalles, debido a que no la voy a contar, pero en mi opinión es bastante buena y relata con mucha fidelidad la vida del ídolo, mostrándolo como era en persona, relatos familiares, él como hombre, su personalidad y no tanto como un rockero solamente; es decididamente una película sobre Luca, donde él, realmente vive. Un comentario final sobre esta parte, véanla…nada más, tiene partes que hielan la piel, tiene partes graciosas, tiene partes increíbles y las partes tristes quedan opacadas por el recuerdo del ser de Luca Prodan, ese que como ya dije esa noche andaba dando vueltas por la sala.
Al momento del término del filme, se retiraron algunas personas, que quizás no sabían lo que venía después. Sobre el borde el escenario, sentados, se ubicaron el director de la película, Rodrigo Spina y Andrea Prodan, una de las personas que más aportó a la producción de la misma. Se desarrolló entonces una “charla de amigos” entre los hacedores de la mencionada y el público en general, quienes tuvieron las oportunidades de despejarse las dudas sobre la realización (la que tardó alrededor de 15 años) y sobre la vida misma del músico. Debo decir sobre esta cuestión, que se armó un lindo debate que duro unos 30/40 min. Luego de los agradecimientos y al tenerlos tan cerca y con gran accesibilidad por parte de ellos, llegó la parte del acercamiento y saludos personales de todos los que se aproximaron a hacerlo. Apretones de manos, abrazos, salutaciones, felicidades, fotos, autógrafos y todo ese tipo de cosas.
Para ir cerrando esta breve crónica y como una “NdR”, diré que no puedo dejar de lado mi subjetividad como fanático de Sumo, cargando este relato de sentimientos a la hora de vivir esta linda experiencia que fue la primera vez que un Prodan, sea física o espiritualmente tocó el confín de la tierra.
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