Aristarain,Argentina durante la Dictadura...
sábado, junio 21, 2008
Diego Galán invita: I Compagni
RECOMENDO esta pelicula a TODOS los que leen mi Blog (si, a ustedes tres!!!).
Es COMPLETA y maravillosa. No puede defraudar al espectador atento.
Á Propós de "I COMPAGNI" (Los Compañeros)
El grito social de 'I Compagni' (1963), de Mario Monicelli
13.09.07 @ 17:00:26. Archivado en Cultura y actualidad
La fuerza expresiva del cine puede alcanzar cotas de inusitados efectos en el espectador, puede llegar a tocarle de lleno y renovar su diccionario sentimental. Cuarenta años después, I Compagni, obra maestra del cine social italiano, despierta en el receptor indignación, adhesión, comprensión, filantropía y un desbordado deseo de terminar con la lacra de la injusticia social en las grandes empresas. Mario Monicelli compone una de las obras más hermosas de la cultura universal en esta olvidada película que se enmarca en el contexto del socialismo humanista de Ignazio Silone o Ugo Betti. La postura del arte y de la literatura debe ser radical, sin concesiones: los patronos conocen el "divide y vencerás", pero el trabajador debe reconquistar su posición de ser humano en el mundo, su DIGNIDAD, una palabra que está desapareciendo de los vocabularios.
Poco hemos conquistado en la posmodernidad; el retroceso social es más que evidente, el poder se acumula en manos de los directivos y los obreros bajan la cabeza, como sucede en el arranque de la película de Monicelli, ambientada en plena era industrial, a finales del siglo XIX. Me cuentan algunos pelmazos que estamos en la Sociedad del Conocimiento y yo les respondo que estamos en la Sociedad de la Sumisión: nunca he sentido tan fuerte en mí el anhelo de restaurar las cosas como ahora, de devolver a las gentes lo que la burguesía capitalista e ignorante les arrebata cada día, jefa únicamente de su espectacular miseria espiritual, como los viejos endogámicos que dirigen la textil en el filme. Y, sin embargo, cuánto espíritu temeroso, entregado con la boca cosida a la causa corporativa se adocena en los barracones de las empresas y multinacionales, produciendo riqueza que atesorarán unos pocos, como en granjas humanas. Cuánta indignación me produce.
En la película, rodada en un exquisito blanco y negro, asistimos a escenas de desbordante lirismo, como cuando los obreros saquean los vagones en busca de carbón para calentar sus hogares o cuando el comité de empresa acude a sancionar al trabajador que se niega a secundar la huelga y se encuentra que su casa, atestada de niños ateridos de frío, es una cabaña atravesada por el viento del invierno. Qué poco han cambiado las cosas y qué cruel puede llegar a ser el hombre. El profesor Sinigaglia (Marcelo Mastroianni), el cerebro que aglutina las quejas de los trabajadores y les da forma para que puedan combatir los abusos del poder de la empresa, termina detenido por la policía y la huelga es desbaratada en una espectacular batida del ejército.
En Los Malavoglia (1881), de Giovanni Verga, el hijo de una saga de pescadores se rebela contra un destino de miseria y pobreza, contra la inercia, aunque fracase en su intento. Esa idea romántica de la lucha de clases es heredada por Silone en Un puñado de moras y es la misma que alienta en cada fotograma de I Compagni, tocado con la gracia del idealismo. La mesocracia actual, como la de entonces, se disputa el poder a mordiscos; la ruindad de las políticas nacionalistas y centralistas, que miran los despachos y buscan establecer barreras territoriales´o ideológicas, un asunto económico disfrazado de problema identitario, mientras el pueblo sufre mudo, en silencio, por miedo a perder el trabajo. La oligarquía empresarial exprime, humilla, coacciona, amenaza, insulta lo más noble que hay en cada ser humano y alecciona a sus perros para que, infiltrados entre sus filas, den dentelladas en las almas de los trabajadores: son los esquiroles, los paniaguados, los estajanovistas, los colaboracionistas, los solícitos, los pelotas, los delatores, los confidentes, los prostitutos mentales, los gusanos malditos llenos de veneno que escupen por la boca y que arrastran su vileza a lo largo de su miserable existencia, una existencia pútrida que lo contagia todo, manzanas podridas en el cesto de la humanidad, la hez que siempre se forma en toda estructura laboral.
La gran lección de la literatura y el cine social es que jamás se debe abandonar la lucha, que la victoria está simplemente en el mero hecho de afrontar el reto de plantar cara al ultraje de aquellos que sólo entienden de verticalidad, de aquellos que una vez vivieron humildes y una mañana se encontraron ebrios de poder y riqueza, henchidos sus estómagos con las almas de los que entonces fueron sus compañeros. Es la historia que nos cuenta Orwell en Rebelión en la granja, la historia de los cerdos que creyeron que podían dejar de serlo por el mero hecho de alcanzar el poder: piara formaban en el establo y piara continuaron siendo en la presidencia de la comunidad animal.
El profesor de Monicelli encuentra consuelo en el ser humano más digno de Torino, una hermosa prostituta que le da cobijo y que sabe que sólo la muerte será capaz de arrebatarle su afán de restituir al pueblo lo que le pertenece: su inteligencia, su libertad y su bienestar. "Las injusticias más crueles son tan viejas allí, que han llegado a ser consideradas tan naturales como la lluvia, el viento o la nieve", dice Silone en El secreto del lago. Igual daría escribir esa frase aquí, hoy, en España, en la sociedad del bienestar, en los "logros" -permítanme que me parta en dos, como un melón- de los gobiernos que dicen atender las necesidades de las gentes. Mentira, una y mil veces: los gobiernos sitúan a sus acólitos al frente de las grandes empresas para que les devuelvan los favores, estómagos agradecidos de una merienda de negros repugnante, antítesis de lo que debería ser el hombre.
I Compagni de Mario Monicelli está escondida; animo a los directores de los centros educativos a que la incluyan entre sus asignaturas de historia, de filosofía, de literatura, de eso que ahora llaman educación para la ciudadanía, de lo que les dé la gana. Pero que la vean los chavales y que sepan distinguir en este mundo, el mundo del que formarán parte activa, a sus verdugos y a sus amigos. Que lean y despierten su juicio, su sentido crítico, y arranquen las páginas absurdas de los nuevos programas de estudio que cierran en pesados cofres las obras que ellos consideran subversivas porque dicen verdades como puños. La dictadura prohibió I Compagni; ahora, el capitalismo furibundo la ha engullido en el intestino voraz del olvido. Mensajeros del miedo, los nuevos ciudadanos se desprenden de su raciocinio y, a la postre, de su voluntad. La ecuación perfecta de todo gobierno que quiera perpetuarse en el poder, ya sea de derechas o de izquierdas, qué más da: a fin de cuentas, el daño siempre va dirigido a los mismos.
Solo está el hombre. ¿Es esto lo que os hacegemir? Oh si supieseis que es bastante.Si supieseis bastaros, ensamblaros.Si supierais ser hombres, sólo humanos.
¿Os da miedo, verdad? Sé que es más cómodoesperar que Otro -¿quién?- cualquiera. Otro,ser, si procuro ser quien soy. ¡Quién sabe
si hay más! En cambio, hay menos: sois sentinasde hipocresía. ¡Oh, sed, salid al día!No sigáis siendo bestias disfrazadasde ansia de Dios. Con ser hombres os basta.
(Blas de Otero, Ancia, 1958)
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Magnífico artículo, digno de la película, una de las obras maestras del cine. Vústrid Kalminari
Comentario por Vústrid Kalminari 14.09.07 @ 10:57
ES la realidad, todos hemos sufrido en alguna ocasíón la jerarquía de la estructura vertical y, lo que es peor, la horizontal... lo que ahora en materia de Recursos Humanos denominan el cliente interno, esto es,traducido: los capullos de tus compañeros. Este Chitón refleja fielmente la vanidad que respira el globo terráqueo en el siglo XXI.No me perderé la película de Monicelli: ¡Viva el cine clásico! ¡Abajo los tiranos!
13.09.07 @ 17:00:26. Archivado en Cultura y actualidad
La fuerza expresiva del cine puede alcanzar cotas de inusitados efectos en el espectador, puede llegar a tocarle de lleno y renovar su diccionario sentimental. Cuarenta años después, I Compagni, obra maestra del cine social italiano, despierta en el receptor indignación, adhesión, comprensión, filantropía y un desbordado deseo de terminar con la lacra de la injusticia social en las grandes empresas. Mario Monicelli compone una de las obras más hermosas de la cultura universal en esta olvidada película que se enmarca en el contexto del socialismo humanista de Ignazio Silone o Ugo Betti. La postura del arte y de la literatura debe ser radical, sin concesiones: los patronos conocen el "divide y vencerás", pero el trabajador debe reconquistar su posición de ser humano en el mundo, su DIGNIDAD, una palabra que está desapareciendo de los vocabularios.
Poco hemos conquistado en la posmodernidad; el retroceso social es más que evidente, el poder se acumula en manos de los directivos y los obreros bajan la cabeza, como sucede en el arranque de la película de Monicelli, ambientada en plena era industrial, a finales del siglo XIX. Me cuentan algunos pelmazos que estamos en la Sociedad del Conocimiento y yo les respondo que estamos en la Sociedad de la Sumisión: nunca he sentido tan fuerte en mí el anhelo de restaurar las cosas como ahora, de devolver a las gentes lo que la burguesía capitalista e ignorante les arrebata cada día, jefa únicamente de su espectacular miseria espiritual, como los viejos endogámicos que dirigen la textil en el filme. Y, sin embargo, cuánto espíritu temeroso, entregado con la boca cosida a la causa corporativa se adocena en los barracones de las empresas y multinacionales, produciendo riqueza que atesorarán unos pocos, como en granjas humanas. Cuánta indignación me produce.
En la película, rodada en un exquisito blanco y negro, asistimos a escenas de desbordante lirismo, como cuando los obreros saquean los vagones en busca de carbón para calentar sus hogares o cuando el comité de empresa acude a sancionar al trabajador que se niega a secundar la huelga y se encuentra que su casa, atestada de niños ateridos de frío, es una cabaña atravesada por el viento del invierno. Qué poco han cambiado las cosas y qué cruel puede llegar a ser el hombre. El profesor Sinigaglia (Marcelo Mastroianni), el cerebro que aglutina las quejas de los trabajadores y les da forma para que puedan combatir los abusos del poder de la empresa, termina detenido por la policía y la huelga es desbaratada en una espectacular batida del ejército.
En Los Malavoglia (1881), de Giovanni Verga, el hijo de una saga de pescadores se rebela contra un destino de miseria y pobreza, contra la inercia, aunque fracase en su intento. Esa idea romántica de la lucha de clases es heredada por Silone en Un puñado de moras y es la misma que alienta en cada fotograma de I Compagni, tocado con la gracia del idealismo. La mesocracia actual, como la de entonces, se disputa el poder a mordiscos; la ruindad de las políticas nacionalistas y centralistas, que miran los despachos y buscan establecer barreras territoriales´o ideológicas, un asunto económico disfrazado de problema identitario, mientras el pueblo sufre mudo, en silencio, por miedo a perder el trabajo. La oligarquía empresarial exprime, humilla, coacciona, amenaza, insulta lo más noble que hay en cada ser humano y alecciona a sus perros para que, infiltrados entre sus filas, den dentelladas en las almas de los trabajadores: son los esquiroles, los paniaguados, los estajanovistas, los colaboracionistas, los solícitos, los pelotas, los delatores, los confidentes, los prostitutos mentales, los gusanos malditos llenos de veneno que escupen por la boca y que arrastran su vileza a lo largo de su miserable existencia, una existencia pútrida que lo contagia todo, manzanas podridas en el cesto de la humanidad, la hez que siempre se forma en toda estructura laboral.
La gran lección de la literatura y el cine social es que jamás se debe abandonar la lucha, que la victoria está simplemente en el mero hecho de afrontar el reto de plantar cara al ultraje de aquellos que sólo entienden de verticalidad, de aquellos que una vez vivieron humildes y una mañana se encontraron ebrios de poder y riqueza, henchidos sus estómagos con las almas de los que entonces fueron sus compañeros. Es la historia que nos cuenta Orwell en Rebelión en la granja, la historia de los cerdos que creyeron que podían dejar de serlo por el mero hecho de alcanzar el poder: piara formaban en el establo y piara continuaron siendo en la presidencia de la comunidad animal.
El profesor de Monicelli encuentra consuelo en el ser humano más digno de Torino, una hermosa prostituta que le da cobijo y que sabe que sólo la muerte será capaz de arrebatarle su afán de restituir al pueblo lo que le pertenece: su inteligencia, su libertad y su bienestar. "Las injusticias más crueles son tan viejas allí, que han llegado a ser consideradas tan naturales como la lluvia, el viento o la nieve", dice Silone en El secreto del lago. Igual daría escribir esa frase aquí, hoy, en España, en la sociedad del bienestar, en los "logros" -permítanme que me parta en dos, como un melón- de los gobiernos que dicen atender las necesidades de las gentes. Mentira, una y mil veces: los gobiernos sitúan a sus acólitos al frente de las grandes empresas para que les devuelvan los favores, estómagos agradecidos de una merienda de negros repugnante, antítesis de lo que debería ser el hombre.
I Compagni de Mario Monicelli está escondida; animo a los directores de los centros educativos a que la incluyan entre sus asignaturas de historia, de filosofía, de literatura, de eso que ahora llaman educación para la ciudadanía, de lo que les dé la gana. Pero que la vean los chavales y que sepan distinguir en este mundo, el mundo del que formarán parte activa, a sus verdugos y a sus amigos. Que lean y despierten su juicio, su sentido crítico, y arranquen las páginas absurdas de los nuevos programas de estudio que cierran en pesados cofres las obras que ellos consideran subversivas porque dicen verdades como puños. La dictadura prohibió I Compagni; ahora, el capitalismo furibundo la ha engullido en el intestino voraz del olvido. Mensajeros del miedo, los nuevos ciudadanos se desprenden de su raciocinio y, a la postre, de su voluntad. La ecuación perfecta de todo gobierno que quiera perpetuarse en el poder, ya sea de derechas o de izquierdas, qué más da: a fin de cuentas, el daño siempre va dirigido a los mismos.
Solo está el hombre. ¿Es esto lo que os hacegemir? Oh si supieseis que es bastante.Si supieseis bastaros, ensamblaros.Si supierais ser hombres, sólo humanos.
¿Os da miedo, verdad? Sé que es más cómodoesperar que Otro -¿quién?- cualquiera. Otro,ser, si procuro ser quien soy. ¡Quién sabe
si hay más! En cambio, hay menos: sois sentinasde hipocresía. ¡Oh, sed, salid al día!No sigáis siendo bestias disfrazadasde ansia de Dios. Con ser hombres os basta.
(Blas de Otero, Ancia, 1958)
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Magnífico artículo, digno de la película, una de las obras maestras del cine. Vústrid Kalminari
Comentario por Vústrid Kalminari 14.09.07 @ 10:57
ES la realidad, todos hemos sufrido en alguna ocasíón la jerarquía de la estructura vertical y, lo que es peor, la horizontal... lo que ahora en materia de Recursos Humanos denominan el cliente interno, esto es,traducido: los capullos de tus compañeros. Este Chitón refleja fielmente la vanidad que respira el globo terráqueo en el siglo XXI.No me perderé la película de Monicelli: ¡Viva el cine clásico! ¡Abajo los tiranos!
HOY!
HOJA DE RUTA 21 de junio de 2008
RAMOS MEJIA
TEATRO DEL COLEGIO DON BOSCO,
Av. De Mayo 1902 , R. Mejia
Un Mini-Recital 'solista' con temas de Luca y Robert Nesta Marley antes de
"LUCA" la pelicula.
RAMOS MEJIA
TEATRO DEL COLEGIO DON BOSCO,
Av. De Mayo 1902 , R. Mejia
Un Mini-Recital 'solista' con temas de Luca y Robert Nesta Marley antes de
"LUCA" la pelicula.
jueves, junio 19, 2008
miércoles, junio 18, 2008
The Hitcher - 1986 - Rutger Hauer
Excelente Pelicula, perdida en medio del Trash de Hollywood.
Entre mis pequeñas joyas escondidas!
martes, junio 17, 2008
domingo, junio 15, 2008
Ricky Gervais - Extras - Wizard! You shall not pass!
Met this man, Ian Mckellen, and laughed my head off pissing around with him at San Felice Circeo,all week-end.
Patrick Stewart on Extras
Ha! Ha!
El GRANDE actor le da algo de su tiempo a un 'extra' durante la filmacion, y...
Para los que buscan más Cine Inusual... En la hermosa sala ENERC de la Escuela de Cine INCAA (calle Moreno)
Jueves 26/6: "Baby Blood" (1990) Dir. Alain Robak. Con Emmanuelle Escourrou; Jean-Francois Gallotte; Rémy Roubakha; Christian Sinniger; Roselyne Geslot. 83 min. P.M. 18 años.
Cuando una extraña criatura penetra en el útero de una mujer, ella se convertirá en una asesina que alimenta el terror que crece en su interior. ¿Hasta que punto el instinto puede comulgar con un ser monstruoso?. Muchos aseguran que "Baby Blood" es una visión vampírico-lovecraftiana de la relación feto/madre. El espectador es el que decide. La película fue muy comentada en su momento por las buenas dosis de sangre y los excelentes efectos especiales. Alain Robak es conocido por rodar uno de los episodios de "Adrenalina", un hito de la década. Es la novedad del ciclo.
Cuando una extraña criatura penetra en el útero de una mujer, ella se convertirá en una asesina que alimenta el terror que crece en su interior. ¿Hasta que punto el instinto puede comulgar con un ser monstruoso?. Muchos aseguran que "Baby Blood" es una visión vampírico-lovecraftiana de la relación feto/madre. El espectador es el que decide. La película fue muy comentada en su momento por las buenas dosis de sangre y los excelentes efectos especiales. Alain Robak es conocido por rodar uno de los episodios de "Adrenalina", un hito de la década. Es la novedad del ciclo.
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