EL PODER DE UN DIOS (ES IST NICHT LEICHT EIN GOTT ZU SEIN / UN DIEU REBELLE / TRUDNO BYT BOGOM)
Formato: -
En un planeta no muy distinto al nuestro, y sumido en la barbarie de los años oscuros, un grupo de terrestres ejercen como observadores neutrales, historiadores que tratan de entender el pasado y los procesos de evolución de una sociedad que consideran bárbara y primitiva. Alan (Edward Zentara) bajo la identidad de un noble, Rumata de Storian, viaja hasta Arkanar para buscar a otro observador que ha sido dado por desaparecido. Arkanar es un reino sometido a los designios de Reva (Aleksander Filippenko), un consejero cruel que maneja a su antojo al débil rey, y que ha iniciado una revuelta acabando con todos aquellos sospechosos de brujería, saber leer o querer avanzar en esa sociedad medieval. El protagonista descubrirá que sumergirse en ese mundo de violencia y crueldad -algo aparentemente inexistente en el lugar de donde procede- supondrá cuestionar la misión que le ha llevado hasta Arkanar y removerá sentimientos muy profundos en él.
Ficha Técnica
Director: Peter Fleischmann / Productor: Peter Fleischmann para Hallelujah Film / Dovshenko Studios / Sovinfilm / Garance / Mediactuel / Ba Produktion / Guión: Peter Fleischmann, Jean-Claude Carrière, según la novela Qué difícil es ser Dios de Boris y Arkadi Strugatski / Fotografía: Pavel Lebeshev / Música: Jürgen Fritz / Efectos especiales: Yuri Lemeshev, Thomas Mauch / Montaje: Marie-Josée Audiard, Christian Virmond / Intérpretes: Edward Zentara (Rumata/Alan), Anna Gautier (Kyra), Hugues Quester (Suren), Christine Kaufmann (Okana), Alexander Filipenko (Reba), El Gudscha Burduli (Barón Pampa), Andrei J. Boltnev, Pierre Clémenti, Michael Gluski, Werner Herzog, Birgit Doll, Gayle Hunnicutt… / Nacionalidad y año: Alemania / URSS / Francia / Suiza / Italia 1988 / Duración y datos técnicos: 116 min. color.
Comentario
Peter Fleischmann, director alemán poco conocido, adapta con gran respeto la novela ¡Qué difícil es ser Dios! de los autores rusos Arkadi y Boris Strugatsky, y compone tanto una historia de aventuras (un espadachín en la corte que se enfrenta a conspiraciones varias) como un relato de ciencia ficción reflexiva (este espadachín es un historiador de otro planeta que ha venido a observar, sin intervenir, el devenir histórico del planeta. Es como un dios todopoderoso lejano y ajeno a lo que sucede).
Es cierto que la novela plantea, no sólo el dilema del personaje ante lo que ve y ante lo que podría o no hacer, sino también lo inevitable de la historia y la imposibilidad de dar marcha atrás, aspectos implícitos en el filme pero que quedan algo desdibujados.
Fleischmann se centra en analizar los sentimientos del protagonista (un excelente Edward Zentara) ante los hechos que transcurren ante él. Básicamente la crueldad de la revolución social emprendida por Reva, que acaba con todo atisbo de progreso (no es muy difícil ver una crítica a las sociedades totalitarias, y supongo que los hermanos Strugatsky de eso sabían un poco), progreso representado por inventos como la imprenta o la figura del sabio Budach. El señoreo de la brutalidad y la ignorancia, el ensalzamiento de ésta (la persecución de aquellos que saben leer o escribir), el deseo de sumir en la oscuridad a la sociedad, acaban por enfrentar a Rumata/Alan con toda la misión que está llevando a cabo. Exigirle la imparcialidad de un observador neutral es una crueldad excesiva, algo que nadie puede resistir de manera indefinida.
Poco a poco, distintos sentimientos afloran en Alan, haciendo que se cuestione su figura como observador imparcial, de dios sordo a las súplicas de los que sufren. Empieza a sentir odio, asco, repugnancia, desdén (casi como protección ante lo que ve), pero también descubre que puede sentir compasión y amor (encarnados en el personaje de Kyra, interpretada por Anne Gautier), admiración (el herrero que inventa la imprenta o el sabio Budach) o amistad, en el fantástico personaje del Barón Pampa (interpretado genialmente por El Gudzha Burduli), un tipo vitalista, expansivo, de tintes grandilocuentes que no tendrá un papel baladí en la transformación de Alan. Transformación que le hará empatizar con aquellos entre los que vive y descubrir, quizás, el verdadero significado de la palabra humanidad y de la divinidad.
No es en vano este sufrimiento de los personajes que rodean al protagonista, todos cumplen una función para hacer avanzar la historia hacia un giro inesperado, pero perfectamente coherente con lo que estamos viendo, y que, si mal no recuerdo, no figuraba en la novela. Un giro que cuestiona la misión llevada a cabo en el planeta por los observadores y que enlaza, en cierto modo, con el planteamiento original de la misma, pero dotándola de una mayor humanidad. Giro que, evidentemente, no vamos a desvelar y que dejaremos sorprenda a los espectadores.
Si la película brilla en los planteamientos morales y científicos, quizás cojea en la parte más aventurera. Tenemos elementos tradicionales, conspiraciones dentro de conspiraciones, damas de la corte que acaban ayudando al protagonista, intentos de envenenamiento, revoluciones, etc., pero la mayoría de estos avatares quedan bastante desdibujados, especialmente las revueltas campesinas, con el bardo Suren, líder de los insurrectos (que tiene algunas secuencias, hacia el final, demasiado caricaturescas) a la cabeza, y el papel que juega Rumata como catalizador, o la relación con el hijo del rey (si bien, y la memoria es frágil, recuerdo la misma sensación al respecto al leer la novela).
No obstante, las intrigas palaciegas están rodadas con efectividad, sin embrollar los acontecimientos aunque transcurran rápidamente y tengamos la sensación de que suceden al margen de lo que pueda hacer el protagonista, y no terminemos de entender el interés que tiene en él Reva. A pesar de todo, mantienen un ritmo adecuado que hace que se pasen por alto las inconsistencias del guión o la premura con que se ruedan.
Fleischmann ofrece una dirección efectiva, sin grandes alardes, que te sumerge en un mundo realmente extraño, distinto del que conocemos y, al mismo tiempo, demasiado parecido. Una mezcla de edad media y época fantástica, especialmente los decorados rocosos en los que se supone se halla erigida la ciudad de Arkanar, muy distinta de lo que habitualmente nos ha ofrecido el cine, y se nota el origen franco-germano-ruso de la cinta. Y si la dirección de arte es bastante sobresaliente (aunque cante demasiado el helicóptero que utilizan los observadores), no podemos decir lo mismo de algunos efectos especiales, demasiado toscos -especialmente para el año de la película- pero que no interfieren en lo que nos están narrando.
Estamos, en definitiva, ante un filme de ciencia ficción de lo más digno, que adapta más que honrosamente a dos autores consagrados, que se ve con agrado e interés y que huye completamente de las tonterías típicas del mainstream hollywoodiense. Una pequeña joya digna de revisitar.
Anécdotas
* En el Festival de Cine Fantástico de Fantasporto (Oporto) ganó el premio de la crítica y a los efectos especiales. En el de Sitges, a la música y al guión. * Existe otra versión de la novela, casi a punto de estreno en Rusia: Trudno Byt’ Bogom (2006), de Aleksei German. * El magnífico episodio de la serie Star Trek, la nueva generación titulado “Quién vigila a los vigilantes” tiene un parecido muy acusado con la película (y/o la novela) en su aspecto especulativo.
Bibliografía
¡Qué difícil es ser Dios! , por Arkadi y Boris Strugatski; traducción del ruso, A. Molina García y Domingo Santos. Barcelona: Acervo, 1975. Colección Ciencia Ficción y Fantasía. Traducción de Trudno Byt Bogom (1963)
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2 comentarios:
Yo la puedo conseguir,si te interesa la peli decime y la consigo
Saludos
Ya me conseguí el libro para ver que onda (recuerdo que vos me descubriste "La nube purpurea", que me gustño mucho).La peli vi se puede conseguir en la red, pero en alemán y sin subtítulos, así que paso.
Hoy recibí, periódico mediante, la grata noticia que "Luca, la película" se proyectará en Mendoza el 29 de marzo. Por fin.
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