sábado, abril 26, 2008

Solo fue una tarde linda y de radio pero... bueno...

EPIFANÍA RADIAL EN TRASLASIERRA. ANDREA PRODAN Y SU PROGRAMA ´HACIENDO PÚA´. ALFREDO ROSSO CUENTA SU EXPERIENCIAEL COMENTARISTA DE ROCK Y UN PROGRAMA HECHO EN EL MÍTICO LUGAR DONDE ´SUMO´ REALIZÓ SUS PRIMERAS GRABACIONES.
Sirvió para despuntar el vicio en plenas vacaciones serranas. Hace diez años que con mi familia nos enamoramos de la zona de Traslasierra y más precisamente del pueblo de Nono y su cercano paraje de El Huaico, casi al pie de las sierras. La zona tiene sus connotaciones rockeras porque fui allí que Sumo realizó sus primeros ensayos y fue tomando su primera forma grupal, allá por 1981. Hace algunos años, apareció de repente en Traslasierra una radio de rock, la Triac, FM 90.1, en la vecina localidad de Los Hornillos. Una emisora de notable buen gusto cuyo repertorio recorre la era del rock progresivo y sinfónico de todas las latitudes, pero no queda allí: la programación tiene mayor amplitud de lo que sus propios mentores reconocen, cuando en las tandas institucionales pregonan el ser “una radio para pocos”. Una prueba de esa amplitud es que le concedieron a Andrea Prodan (actor, músico y ahora también notable hombre de radio) un espacio para que desarrolle su programa Metiendo Púa, donde Andrea, con la sapiencia y sensibilidad de un auténtico gourmet de la música, pasa sonidos de todas las eras y todas las geografías. El nombre es acertado, porque –si bien Andrea no se limita a pasar exclusivamente vinilos- varias de las joyas del programa provienen de oscuros y fascinantes singles de su colección, amasada a través de las décadas y de los diversos domicilios que conoció su periplo planetario, entre ellos Italia, Inglaterra y, obviamente, Argentina. El martes 26 de febrero tuve el honor de que Mario, dueño y fogonero incansable de la Triac, me invitase a compartir Metiendo Púa con Andrea, y debo decirles que fue una experiencia fascinante. Al micrófono, Andrea habla con la calidez y naturalidad que expone todo el tiempo en su charla informal y sus comentarios son sintéticos y certeros, ya sea que hable de un oscuro grupo new wave como Pure Hell y su bizarra versión de “These boots were made for walking”, aquel clásico que hizo célebre Nancy Sinatra, o de nuestro mismísimo Leonardo Favio y un tema como “Ding dong, esas cosas del amor”, que describía los tejes y manejes del verso que hace un tipo para levantarse a una chica, todo encarado como un diálogo entre los protagonistas. Carente del prejuicio que llevamos muchas veces los programadores de rock como pesada mochila respecto de lo que es o no políticamente correcto difundir al aire, Andrea Prodan sólo obedece a los dictámenes de su gusto, confiado en lograr un clima especial con sus selecciones musicales y sus comentarios, cosa que consigue sin esfuerzo. En las relajadas dos horas que duró el programa que compartí con él, desfilaron, entre otros, el reggae de Dr. Alimantado y nuestros Riddim, el apogeo de la new wave inglesa con Wire, The Slits, Lene Lovich, XTC y Gang of Four, "one hit wonders", como New Musik, y su tema "Living by numbers", con un cameo vocal de Luca Prodan, un espacio para cantautores como Joan Armatrading y Arthur Russell, originales nuevos grupos argentinos como La Manzana Cromática Protoplasmática y algunas perlas muy difíciles de escuchar de otra manera, como el rapper italiano Frankie Hi-Nrg MC con su “Potere alla parola” y un delicioso interludio de world music a cargo de la Armenian Navy Band. La música popular italiana tuvo también su nicho con I Cugini di Campagna y Jovanotti, de quien escuchamos “Piove”. Andrea temía que este título (“llueve”) se volviese profético ya que, desde el alero de la cabaña donde estábamos, contemplando privilegiados el paisaje montañés mientras transcurría el programa, veíamos una progresiva acumulación de agoreras nubes gris plomo. Pero fue tan bueno el clima creado por Metiendo Púa que hasta el tiempo se hizo eco y la tormenta siguió de largo. Eran un poco más de las once de la noche cuando finalizó el programa y todos en la cabaña de la Triac nos sentíamos felices y livianos. Una noche poco común, en un lugar ciertamente poco común. Gracias Mario, por la invitación. Gracias Andrea y ojalá podamos repetir el encuentro en Buenos Aires. Por Alfredo RossoFuente: Revista 'Ñ'

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